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¿Somos la última generación de la humanidad que verá las estrellas?

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La evidencia es contundente: la contaminación lumínica acaba con la observación astronómica. Entre más luces encendemos en la Tierra, más estrellas apagamos en el cielo.

Durante siglos, la humanidad fue capaz de observar miles de estrellas, en un firmamento limpio, brillante e imponente; gracias a ello, pudo orientarse en sus viajes, crear un Zodiaco, dar vida a mitos y leyendas, prepararse para los cambios de las estaciones, crear calendarios, anticipar fenómenos astronómicos y hasta desarrollar su creatividad con cantos, dibujos y poemas dedicados a los cuerpos celestes.

Pero desde la invención de la electricidad, la iluminación de las ciudades empezó a reducir la visibilidad del cielo. Si bien en sus inicios, la intensidad era mínima y además existían amplias zonas rurales en las que sus habitantes podían seguir disfrutando de los cielos estrellados.

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Encendemos más luces, apagamos más estrellas

Durante el siglo XX el crecimiento de la población, y por consiguiente, de las ciudades, fue aumentando un problema que se agudizó en las últimas décadas: Entre mas crece la demanda de iluminación, mas se reduce la visibilidad en el firmamento. Entre más luces encendemos en la Tierra, más estrellas apagamos en el cielo.

Según un artículo de la revista Science, publicado en enero de 2023, el problema está alcanzando proporciones alarmantes: una medición realizada por científicos determinó que el cielo nocturno se volvió en promedio, un 9.6 por ciento más brillante cada año, entre 2011 y 2022; todo, debido a la luz artificial. Science advierte que esta cifra equivale a duplicar el brillo del cielo cada 8 años.

Uno de los factores, es el uso de focos LED, que disminuyen el consumo de energía, pero emiten una luz más potente. Se estima que su uso aumentó en un 50 por ciento la contaminación lumínica en el último cuarto de siglo.

Además, esta luz no es detectable para los satélites que se encargaban de medir la cantidad de luz en la Tierra desde el espacio, por lo que resulta más difícil cuantificar el problema.

Lo espectáculos que nos hemos perdido por tener más luz artificial

Aparte de impedir la visibilidad de las estrellas, la contaminación lumínica también afecta los ciclos naturales de los seres vivos, tanto en el descanso, como para los que tienen actividad nocturna.

Las consecuencias de la contaminación lumínica son evidentes: muy pocas personas menores de 60 años han visto la Vía Láctea con sus propios ojos. Ni siquiera una vez en su vida.

Durante las noches, ya solo se pueden ver unas cuatro o cinco de las estrellas más brillantes en las grandes ciudades.

Cúmulos, galaxias y nebulosas que fueron descritos a simple vista en la antigüedad, son prácticamente desconocidos.

Ahora, la astronomía para aficionados se ha limitado a la observación de la Luna.

La mejor prueba, fue durante el reciente paso del cometa C/2022 E3 (ZTF), conocido como el “cometa verde”, el cual, a pesar de la expectativa que causó, fue prácticamente invisible en el centro del país, donde se concentra gran parte de la población y la mayor cantidad de contaminación lumínica.

Solamente algunos afortunados lograron ver al cometa en sitios alejados de la luz artificial.

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Santuarios de oscuridad para ver las estrellas


En algunos países han tomado medidas para la creación y preservación de “santuarios” de oscuridad, que permiten a visitantes y pobladores apreciar el cielo. En Europa, existen poblados certificados en los que solo se permite cierto tipo e intensidad de luz, y a determinada altura, para que no afecte los cielos oscuros.

El pasado 4 de mayo se publicó en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México un decreto para que la Secretaría de Medio Ambiente establezca una Norma Ambiental, con límites máximos permisibles de luz artificial en el medio ambiente y que regule sus emisiones.

El decreto pretende que el alumbrado público mantenga las condiciones naturales de las horas nocturnas, para el sano descanso de la población y la fauna de la ciudad, y reduzca la luz intrusa “en entornos naturales e interiores de edificios”.

El problema es que una de las exigencias ciudadanas consiste en tener calles iluminadas para inhibir la actividad delectiva.

La escala de cielo oscuro de Bortle mide el brillo del cielo nocturno y fue creada por John E. Bortle en año 2001 . Esta escala tiene 9 niveles, siendo el nivel 1 el de los cielos más oscuros existentes en la Tierra nivel y el 9 el del cielo visto desde el centro de una ciudad. pic.twitter.com/1x3cKldCux— Contaminación lumínica (@ContaminacionL) May 13, 2023

El precio de la iluminación…

Para muchas personas, la “desaparición” de las estrellas es solo una consecuencia del progreso, y no se compara con la comodidad y la seguridad que brinda una iluminación potente en las calles.

Sin embargo, es un hecho que la observación de los astros sirvió para despertar la curiosidad científica de la humanidad en siglos pasados. Una humanidad que fue capaz de desarrollar la astronomía a partir de dichas observaciones.

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Ahora, la desaparición del firmamento ha servido como campo de cultivo para sembrar teorías tan absurdas como el “movimiento terraplanista”.

Puede ser que haya llegado la hora de debatir el derecho humano de observar un cielo libre de contaminación lumínica, pues de seguir con la tendencia de iluminación artificial, podríamos ser la última generación que verá las estrellas.

Redaccion Azteca Guate

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