Cine y Televisión
Reseña de la película “Isla de Perros”, una lección de lealtad que debemos recordar

¿Qué pasa cuando los perros, símbolo de lealtad, son olvidados por quienes los aman? Isla de Perros es una historia de aventura y reflexión sobre la fidelidad de las mascotas, el abandono que sufren y la dignidad que luchan por mantener, incluso cuando el mundo los olvida.
Ambientado en una Tokio futurista, una epidemia lleva al exilio de todos los perros domésticos a una isla que funciona como vertedero. Allí, un grupo de perros, marcados por el rechazo humano, encuentra un nuevo propósito cuando Atari, un niño de 12 años, aterriza en busca de su mascota. Aunque fueron expulsados y olvidados, los perros deciden ayudarlo, guiados por una lealtad inquebrantable que sobrevive al dolor y al abandono.
Esta película animada de 101 minutos, producida en Estados Unidos y dirigida por Wes Anderson en 2018, fue nominada al Oscar a Mejor Película Animada. Nos sumerge en una travesía donde la amistad entre perros y humanos parece inesperada, pero: cuando todo parece perdido, ¿quién rescata realmente a quién? ¿El perro al humano o al revés?
Reseña
Las mascotas han cobrado un rol fundamental en la vida de muchas personas en los últimos años; ya que, mientras antes eran vistas principalmente como guardianes, cazadores o incluso estorbos, ahora son, en su mayoría, apreciadas como seres de compañía, amistad y cariño.
No obstante, y lamentablemente, a pesar de que la mentalidad hacia los animales —sobre todo perros y gatos— ha evolucionado, siguen ocurriendo casos de agresión y violencia contra ellos en todo el mundo, especialmente en Guatemala. En nuestro país, no es raro que se viralicen videos de personas maltratando a animales callejeros e incluso a sus propias mascotas.
Por eso, Isla de Perros es una película que necesita ser vista por la población, para generar conciencia sobre esta dolorosa problemática. Sin dejar de mencionar lo básico, Isla de Perros es, sin duda, una de las mejores películas en stop motion que existen.
Wes Anderson y su equipo, una vez más, lograron una verdadera obra maestra. No solo reunió a actores de renombre para el doblaje —como Bryan Cranston, Bill Murray, Scarlett Johansson, Meryl Streep y muchos más—, sino que además consiguió darle vida a cada personaje de forma tan humana; lo cual, resulta especialmente curioso, considerando que la mayoría son perros.
La fotografía, el diseño de producción y el arte, como es habitual en Anderson, son de otro nivel. Para la fecha de su estreno (y aún ahora), Wes Anderson se consolida como uno de los grandes maestros de la composición visual, el uso de la paleta de colores y la construcción estética en el cine. Cada plano, cada secuencia, cada diseño de personaje y cada fragmento musical están tan cuidadosamente trabajados que, más que una película, Isla de Perros se siente como una exposición viviente de obras de arte. Esa armonía impresionante es una de las razones por las cuales tantas celebridades y equipos creativos desean colaborar con él.
Pero la genialidad de Isla de Perros no radica únicamente en lo técnico: añade una capa extra de complejidad al mostrar el lado compasivo de los perros y recordarnos los derechos que tienen como seres vivos y parte de la naturaleza.
Así como en el mundo real existen personas que han olvidado la nobleza de los animales, en la película vemos a la población de Tokio que, temiendo por una epidemia, decide exiliar a sus mascotas, e incluso contempla exterminarlas.
Desde una perspectiva fuera de la pantalla, surgen preguntas incómodas: ¿En qué momento olvidamos la dignidad que merece todo ser vivo? ¿Quién nos dio derecho a violentar a los más indefensos? ¿Acaso nuestros corazones se han endurecido tanto que ya no reconocemos la luz que otros seres traen a nuestra vida?
A través de un concepto futurista, Isla de Perros refleja una realidad mucho más cercana de lo que parece: la de miles de perros y gatos abandonados, violentados y usados para experimentos, que aun así, como los protagonistas de la historia, siguen mostrando su lealtad a los humanos.
Incluso los perros “agresivos” como Chief, que actúan desde la defensa y el dolor, logran redimirse gracias al cariño de dueños responsables y valientes.
Por algo, los perros son llamados “el mejor amigo del hombre”; y en la película, vemos cómo cinco perros arriesgan todo para proteger a un niño que ni siquiera puede entender su idioma.
Esta película transmite un mensaje poderoso que deberíamos tener siempre presente: los perros son perros, y los gatos son gatos, pero no por ser animales merecen ser marginados o maltratados. Si un niño fue capaz de arriesgar su vida para recuperar a su compañero, ¿por qué los adultos aún no somos capaces de ver el valor de esos seres?
Cada uno de nosotros puede ayudar a que tengan una vida digna, libre de hambre, heridas, enfermedades, pulgas y abandono. Al final de la película, los perros regresan sanos y salvos a Tokio, devolviéndole la alegría a una ciudad que había olvidado su ternura. Es un llamado abierto para abrir nuestros corazones y nuestros espacios a estos seres que solo buscan hacernos la vida más feliz, más humana y más tierna.
Y aquí, vale la pena hacer un llamado especial a nuestra realidad: en Guatemala, todavía son demasiado comunes las noticias de perros maltratados, atropellados o ignorados en las calles. Si queremos una sociedad más humana, más alegre y más compasiva, necesitamos actuar. Adoptar, donar a refugios, ofrecer hogares temporales o simplemente tratar con respeto y consideración a los animales que nos rodean son pequeños gestos que hacen una enorme diferencia. Cada acción cuenta. Cada vida importa.
Así como en la película un niño fue capaz de arriesgarlo todo por su compañero, nosotros también podemos hacer algo para que algún día no tengamos que ver más videos virales de crueldad, sino historias reales de esperanza, rescate y amor.
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Lo mejor de «Isla de Perros»:
El amor puesto en cada detalle.
Lo he mencionado en varias reseñas: se nota cuando una película está hecha con amor y verdadero compromiso hacia su mensaje. Cada plano, cada diálogo, cada nombre de personaje y hasta el mismo título reflejan esa dedicación. (Dato curioso: Isle of Dogs en inglés, al ser pronunciado con acento japonés, suena como «I love dogs»).
Además, detalles como que los perros hablen inglés y el niño japonés no los entienda hacen que la historia se sienta todavía más real y entrañable, porque así es tener una mascota: que no nos entiendan al 100%, pero sí en un porcentaje.
Calificación:
⭐ 4.5/5 estrellas. Esta es una de mis películas favoritas desde hace años, y Wes Anderson es, sin duda, mi director favorito. Me encanta su humor ácido e incómodo y el cuidado casi artesanal que pone en todo lo que hace. Si amas a las mascotas y te preocupan las condiciones de los animales domésticos, Isla de Perros es una película imperdible para ti.
PREGUNTA
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