El humilde patrimonio de Jorge Mario Bergoglio el Papa Francisco

El Papa Francisco, fallecido el lunes 21 de abril a los 88 años, no solo será recordado por su papel reformador en la Iglesia Católica y su cercanía con los más pobres, sino también por su austero estilo de vida, que mantuvo incluso como Sumo Pontífice.

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Jorge Mario Bergoglio nunca buscó acumular bienes materiales. Desde su juventud como sacerdote jesuita en Buenos Aires, abrazó un voto de pobreza que marcó su forma de vivir. Esta misma actitud lo acompañó hasta sus últimos días, ya como líder de más de 1.300 millones de católicos en el mundo.

A diferencia de sus predecesores, Francisco decidió no vivir en el lujoso Palacio Apostólico del Vaticano y optó por permanecer en la residencia Casa Santa Marta. Tampoco utilizaba vehículos ostentosos ni llevaba joyas, y en muchas ocasiones rechazó regalos valiosos que recibía de líderes políticos o religiosos.

De hecho, el patrimonio estimado del Papa Francisco al momento de su muerte era de apenas 100 dólares, lo equivalente a unos 87 euros. El pontífice no cobraba un salario por su función en la Iglesia, y todos sus gastos personales eran cubiertos por el Vaticano, desde el alojamiento hasta su alimentación y atención médica.

Esta cifra simbólica representa más que un dato contable: es la prueba de una vida vivida bajo los valores que predicó desde el balcón de San Pedro aquella tarde de marzo de 2013, cuando se presentó al mundo como el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia.

Francisco eligió su nombre papal inspirado en San Francisco de Asís, patrón de los pobres y defensor de una vida simple y entregada a los demás. En palabras del propio Bergoglio: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres!”.

Al momento de su fallecimiento, la única hermana con vida del pontífice era María Elena Bergoglio, de 72 años, con quien mantenía una estrecha relación. Ella también compartió la humildad familiar que tanto caracterizó al Santo Padre.

En un tiempo donde se debate el rol de los bienes materiales en la Iglesia, el testimonio de Francisco deja una huella imborrable: la riqueza no está en lo que se posee, sino en lo que se entrega.