Niñez guatemalteca, blanco fácil para reclutamiento de las pandillas

En Guatemala, el reclutamiento de menores por parte de estructuras criminales va en aumento, una práctica que se ha convertido en una preocupante constante en comunidades vulnerables del país.

Las pandillas ven en la niñez un blanco fácil para operar con menos consecuencias legales, aprovechándose del abandono familiar, la pobreza y la falta de oportunidades educativas y laborales.

Carmen de León, del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible, explica que estos grupos delictivos emplean a menores como mensajeros, vigilantes, extorsionistas e incluso sicarios, sabiendo que el sistema judicial impone penas considerablemente menores a adolescentes en comparación con adultos. Este vacío legal es explotado sistemáticamente por las pandillas para extender su control territorial.

El entorno de los menores reclutados suele estar marcado por la ausencia de supervisión parental. Muchos padres trabajan jornadas extensas para sobrevivir, dejando a los niños expuestos a la influencia de pandilleros que ofrecen una aparente «salida» rápida a sus necesidades económicas o emocionales.

La situación es aún más alarmante si se considera que, según informes de organismos internacionales, Guatemala figura entre los países con mayor presencia de pandillas en Centroamérica. Esta expansión se ve fortalecida por la falta de intervención efectiva del Estado, que no brinda alternativas reales de desarrollo para la infancia y la adolescencia.

De León advirtió que mientras no se ofrezcan programas sostenibles de educación, trabajo digno y espacios de recreación, las pandillas seguirán ganando terreno, captando a menores como herramientas desechables para cometer delitos.